Divulgar para educar

Hace ocho años tomé la decisión de abandonar los laboratorios del Instituto Nacional de Perinatología y dirigirme a las aulas de nivel secundaria y, aunque definitivamente disfrutaba de mi tiempo haciendo experimentos, siempre imaginé que la docencia abriría esa maravillosa puerta que permite que los jóvenes de nivel básico conozcan y se enamoren de las diferentes materias que les enseñan.

¡Qué compromiso tan grande el de ser maestra! Saber que en tus acciones diarias tienes la atención de cientos de jóvenes buscando un camino, te motiva a impartir clases divertidas, interesantes y que les permitan tener curiosidad acerca de todo lo que sucede a su alrededor. Como profesora de ciencias estoy segura que, el éxito se encuentra en que los alumnos puedan conocer más de nuestro planeta y entender el equilibrio que existe en la naturaleza. No basta enseñar lo que está escrito, es nuestro deber fomentar la lectura en divulgaciones científicas y saber los avances en la ciencia y tecnología que se aplican en problemas ambientales, sociales y de salud.

Cuando los alumnos leen acerca de las causas y consecuencias de las actividades humanas, pueden analizar como sus actividades diarias contribuyen con cada una de estas áreas y buscar nuevas formas de participación en las que de manera positiva y propositiva, con sus familiares y amigos, compartan lo que han aprendido y sean una motivación para conocer más acerca de estas áreas.

Estrategias como las rutinas del pensamiento visible que les permiten realizar un proceso consciente de su aprendizaje, el aprendizaje basado en proyectos y la gamificación, acompañados de recursos de divulgación científica con lenguaje apto para cualquier público como los que proporciona la UNAM a través de su revista “¿Cómo ves?” y la infinidad de recursos digitales en los que se promueven la investigación científica, son de mucha utilidad para generar en los alumnos curiosidad, así como trabajar con ellos la importancia de dirigirse a diferentes fuentes y comparar la información que en ellas reciben y así discernir entre noticias reales y aquellas que buscan proporcionar datos falsos.

Finalmente, aunque aún queda mucho por hacer, estoy segura que en algunos años veremos en estos jóvenes involucrados en el desarrollo científico, trabajando en las propuestas que contribuyan a mejorar la vida en sociedad. Recordemos que la educación debe involucrar a las familias con las escuelas y proporcionar a los jóvenes las herramientas que necesitan para enfrentar las diferentes situaciones de su vida. Y cuando después un fin de semana un alumno te dice cosas como: “me acordé de ti por qué escuché del tema sobre que platicamos en clase” o “el sábado después de comer platiqué con mis papás sobre lo que leímos en la semana” y finalmente un “sabes de algún curso en el que nos puedan enseñar más sobre genética”, en ese momento sabes que el esfuerzo ha valido la pena.

Por: Jimena Pineda, Biotecnóloga.